Nápoles, una de las ciudades más antiguas, con el casco antiguo más grande de Europa, cuyo tejido urbano contemporáneo conserva los elementos de la larga historia llena de acontecimientos. Todo lo que la compone: plazas, monumentos, plano de las calles, iglesias y edificios públicos, hay tesoros artísticos e históricos de excepcional importancia, que merece el reconocimiento, en 1995, de estar en la lista de la UNESCO. Visitar el centro histórico de Nápoles significa explorar veinte siglos de historia que se encontran en frente de testimonios de estilos de diferentes períodos a partir de su fundación en el siglo VIII. A.C., hasta la dominación romana y el período Suabia-Norman, para concluir en el momento de Garibaldi y el Reino de Italia. Hoy en día casi nada queda de la ciudad griega de origen, salvo pequeños restos de muros defensivos del Noroeste. Cuanto mejor sea la evidencia arqueológica de la época romana cerrada en los restos de cementerios, catacumbas y grandes teatros. Una ciudad que a lo largo de los siglos ha visto la dominación de los imperios y dinastías cambiando y la reorganizando los servicios urbanos, hasta que se convirtió en la metrópoli moderna que podemos visitar hoy en día. Una ciudad que, como ningún otro, es capaz de mezclar lo antiguo con lo moderno, sus tesoros de arte e historia con la belleza inolvidable de la naturaleza que hace su telón de fondo. Una ciudad con un alma muy propio, sin tiempo ni fronteras.