Entre el Valle del Metauro y el Valle del Foglia, se destaca Urbino, rica en arte e historia, rodeado por una larga pared de ladrillo y adornada con edificios de piedra arenisca. Conocida como la cuna del Renacimiento, el nombre romano Urvinum deriva del latín urvus (el mango del arado). Sin embargo, fue en el siglo XV que la ciudad vivió su máximo esplendor. En particular, bajo el dominio de Federico II de Montefeltro, duque de Urbino, que la ciudad adquirió la excelencia monumental y artística que afectó también al resto de Europa. Los mejores Exponentes de la cultura humanística italiana, incluyendo Piero della Francesca, Leon Battista Alberti y el padre de Rafael, Giovanni Santi, fueron atraídos en el ducado donde dejaron importantes testimonios. Caminando por la ciudad se sentirá fascinado por los edificios renacentistas como el antiguo Monasterio de Santa Clara, la iglesia de San Domenico, el Mausoleo de los duques en la Iglesia de San Bernardino, palacio Boghi y el famoso Palacio Ducal, uno de los ejemplos arquitectónicos más interesantes y artísticos del Renacimiento italiano, en la actualidad alberga la Galería Nazional de las Marche. Una visita a la galería es una necesidad si se quiere admirar algunas obras maestras absolutas de la historia del arte como Flagelación de Cristo y Virgen de Senigallia de Piero della Francesca, y loa sublime Muta de Rafael. Impresionante es también el panorama que se extiende entre dos colinas, hecho de tejados e iglesias y que da emociones únicas.