Entre las rutas que conectan Italia y Suiza por el Ferrocarril Rético, el de Albula y Bernina, se incluyeron en 2008 en los sitios de la UNESCO. Estas rutas atraviesan un largo laberinto de valles de montaña. Sus carriles, terminados al principio del siglo XX, tenían en ese momento un gran impacto socioeconómico en las comunidades de montaña, finalmente liberadas de un largo aislamiento. Son una verdadera obra maestra de ingeniería, de arquitectura y de gestión sin precedentes para un entorno impervio como las montañas entre los más espectaculares del mundo, De Tirano, en Lombardía, hasta Saint-Moritz, en Suiza, la ruta ofrece a los viajeros paisajes y emociones únicas. 55 túneles y 196 viaductos que cruzan y llegan a alturas superiores a los 2000 metros. El primero en ser completado fue la línea de Albula, inaugurada en 1904; mientras que el tren de Bernina, nació en 1910, convirtiéndose en una de las rutas de la transversal Alpina más alta de Europa y uno de los ferrocarriles con adherencia más empinado del mundo. Hoy en día cruza el ferrocarril rético, el famoso «tren rojo de Bernina», una experiencia sugestiva que se extiende entre paisajes, valles profundos y picos nevados. Destinos turísticos de gran importancia, las líneas abren la Italia, la Engadina y el cantón de los Grisones, al desarrollo de los deportes de invierno.